Nace Joan Roig Diggle
En la calle de Mallorca no. 310 de Barcelona, nace Joan Roig Diggle, hijo de Ramón Roig, de Barcelona, y de Maud Diggle Puckering, nacida en Barcelona, pero hija de ingleses. Es bautizado en la parroquia de la Purísima Concepción.
Escuela Primaria
Joan asiste a la escuela primaria en la calle Bruc-Provenza. La familia Roig Diggle, que entonces ya tiene tres hijos -Beatriu, Juan y M. Lourdes-, empieza a pasar los veranos en Premià de Dalt, en una casa conocida como Can Sastre.
Sant Josep de Cluny
Joan ingresa en el colegio de San José de Cluny en su mismo barrio. Pronto destaca por su aplicación y obtiene premios y medallas por su buen comportamiento. Sus profesoras lo elogian frecuentemente y lo citan como alumno ejemplar.
Primera Comunión
Recibe la Primera Comunión a los siete años, en el mismo colegio de San José de Cluny, junto a su hermana Beatriz. Su madre, Maud, se emociona profundamente al observar que su hijo de 7 años manifiesta una gran vida interior y un intenso amor a Dios.
Finalizada la primera etapa educativa, ingresa en el colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana de la Salle, en la calle Condal. Su madre le acompaña cada día en los cuatro viajes de ida y vuelta del colegio; en uno de ellos Joan le expresa el deseo de ser misionero. "Mi amor de madre -explica Maud- me hizo decir: 'Pero... ¿no te parece que aquí, en nuestra tierra, entre los tuyos, hay mucho bien a hacer o muchas almas para convertir?'. Él no contestó. Se quedó, sin embargo, muy pensativo. "
Bachillerato en los Escolapios
Para iniciar el bachillerato ingresa al colegio de los Escolapios de la calle de la Diputación, donde, como en los anteriores centros, se distingue por su trato cordial y abierto con todos sus compañeros. Se hace muy amigo de Juan E. Rucabado Verdaguer y de sus hermanos, con quien también coincide los veranos en Premià de Dalt. También mantiene una buena relación con los maestros, especialmente con los padres Ignasi Casanovas y Francesc Carceller (murieron mártires en 1936 y ya han sido proclamados beatos).
Se trasladan al Masnou
El padre de Joan, Ramón, que trabajaba en una empresa textil, sufre un grave problema económico y queda prácticamente arruinado. La familia tiene que dejar el piso de Barcelona y trasladarse al Masnou. Joan tiene que ponerse a trabajar para llevar ingresos a casa, y, por tanto, debe dejar la escuela. Es un golpe muy duro para la familia y para él, que ve truncadas sus ilusiones de futuro. A partir de este momento y hasta su muerte, Juan trabajará de dependiente en una tienda de ropa en el barrio del Poble Sec de Barcelona y estudiará por las noches.
Federació de Joves Cristians de Catalunya
Es en El Masnou, y ante el trance económico de su familia, donde Joan comienza a vivir a fondo su fe y su relación con Dios. Allí se integra al grupo "Mar Blava", de la Federació de Joves Cristians de Catalunya, donde encuentra una comunidad y una misión: llevar a Jesús a los demás. Empieza a ser catequista en la parroquia de Sant Pere del Masnou y se implica en las actividades de los fejocistas, donde encuentra un estilo de vida: el estudio, el trabajo, el deporte, el excursionismo, la cultura... Siente la importancia de vivir la fe acompañado, junto a los compañeros de grupo y también de los "curas amigos de los jóvenes". La parroquia y el local de "Mar blava" son para él el lugar de encuentro con los amigos, los compañeros y, sobre todo, con Dios. Las personas de la parroquia del Masnou empiezan a ver en aquel joven rubio algo especial, en la forma en que vive, cómo habla, cómo ama a los niños de la catequesis y, sobre todo, cómo reza ante el Sagrario.
Llama de amor a Dios
Durante aquellos años dramáticos tanto en el ámbito familiar como social, es cuando precisamente Joan crece más en su vida de fe y de apóstol. Cada día va a Misa y reza ante la eucaristía en la parroquia de Sant Pere del Masnou, y su amor a Dios y los demás se va haciendo cada vez más notorio. Una figura importante para él es Pere Tarrés i Claret, un estudiante de Medicina y luego médico, dirigente de la FJCC, que vive una vida de fe y de amor a Dios y a los demás. Se trata de un apóstol piadoso y totalmente entregado a la evangelización de los jóvenes que actualmente es beato. Dentro de Joan quema la misma llama de amor a Dios y a sus hermanos, que se desborda en un gran deseo evangelizador, que pasa también por la mejora de las condiciones de vida de sus hermanos más desfavorecidos. Se hace profundamente conocedor de la doctrina social de la Iglesia para tratar de encarnarla y difundirla, convencido de que es el único camino válido para combatir la desigualdad social y promover la dignidad de todas las personas. Le gusta escribir sobre la cuestión social en el boletín "Mar Blava" y consigue incluso escribir en el diario de Barcelona "El Matí".
Arrestado y asesinado
La situación sociopolítica empeora y Joan empieza a hacerse la idea de que Dios lo puede llamar al martirio. La guerra estalla en julio de 1936, y el anticlericalismo lleva a la quema generalizada de iglesias y a la persecución hasta la muerte de los religiosos, los sacerdotes y los "cristianos de Misa". Joan queda desolado al no poder evitar la quema de su amada Iglesia de Sant Pere y la destrucción del local de "Mar blava". A pesar de Ia situación, decide no esconderse y seguir trabajando para mantener a su familia. Cada día se expone yendo y viniendo en tren del Masnou a Barcelona, y recibe la eucaristía a escondidas de manos de su director espiritual, Mn. Pere Llumà. El 11 de septiembre, Mn. Pere le confía la eucaristía para que pueda llevar la comunión a algunos cristianos del Masnou y "por lo que pueda suceder". Aquella misma noche es apresado y asesinado, no sin antes consumir el Cuerpo de Cristo, que le da la fuerza necesaria para afrontar con serenidad y confianza el martirio.
Situémonos en el año 1936. El 18 de julio de 1936 comienza la guerra civil española, que desencadena también una violenta persecución contra la Iglesia católica. Joan Roig Diggle tiene 19 años y vive con su madre y sus hermanas en El Masnou. Es cristiano y no se esconde. En El Masnou todo el mundo lo sabe, porque lo ven a menudo rezando en el templo parroquial. Juan amaba la iglesia de Sant Pere y había llegado a decir que, si iban a quemarla, él se ataría brazos en cruz en el templo, y que deberían quemarle a él también.
Esto es lo que repitió Joan Roig al vicario de la parroquia el 18 de julio. El joven, primero, pidió al sacerdote que lo quisiera escuchar en confesión. Después le dijo que estaba dispuesto a morir mártir y que esa noche quería quedarse en la rectoría, anexo al templo, para ver qué pasaría. Sólo la autoridad del rector de la parroquia pudo conseguir que se fuera a dormir en su casa. Juan vivía entonces en El Masnou con su madre y sus hermanas. Finalmente, la iglesia de El Masnou fue quemada y profanada. Joan Roig no pudo salvar el templo, pero hizo una obra mucho mayor y recibió la gracia de ser un mártir de Cristo. En aquellos tiempos de persecución anticristiana era muy peligroso ser conocido como un «joven de misa», como se decía de Joan en El Masnou.
Joan era, además, un miembro de la Federació de Joves Cristians de Catalunya (FJCC), un movimiento cristiano juvenil muy activo en aquellos años en Cataluña, y muy perseguido en aquellos momentos; algunos perseguidores confundían los «fejocistas» -nombre popular de la miembros de la FJCC- con el nombre de «fascistas», y los jóvenes de aquel movimiento eran acusados de una ideología que estaba a años luz de lo que ellos defendían.
El día 11 de septiembre de 1936 Joan fue a ver a su director espiritual, Mn. Pere Llumà, un sacerdote muy conocido en Barcelona como maestro espiritual y que fue muchos años uno de los confesores del Seminario Conciliar de Barcelona. En aquellos tiempos Mn. Llumà era uno de los sacerdotes que animaban espiritualmente los jóvenes fejocistas, y que eran conocidos como «los sacerdotes amigos de los jóvenes». Mn. Pere, atendiendo a las circunstancias de persecución de aquellos momentos, decidió confiar a Joan la eucaristía, el Pan consagrado en la misa que es el cuerpo de Cristo. Tanto Joan, como seguramente el cura, tuvieron el presentimiento de lo que podría pasar. Juan, llevando con él el Cristo, se volvió esa tarde en su casa en El Masnou.
Pero esa misma noche, frente al domicilio familiar del joven, se oyeron frenazos de coche y poco después unos golpes muy fuertes y gritos ante la puerta de su casa. Juan, en aquellos momentos, muy consciente de lo que le podía pasar, comulgó con la eucaristía que le había confiado Mn. Llumà. Podemos imaginar lo que Juan dijo a su Señor y su Dios en aquellos momentos. Sin embargo, los gritos de los que aporreaban la puerta, eran cada vez más fuertes. Joan, sin perder la serenidad, fue él mismo a abrir la puerta, y antes, como para dar ánimos a su madre, le dijo: «Déjalos para mí». Entraron apuntándole con pistolas y lo llevaron al dormitorio. Lo registraron todo, buscando armas y quizás cosas de valor. Finalmente, decidieron llevarse al joven. Joan, muy tranquilo, le dijo a su madre: «Tranquila, voy a casa de X …, si tengo que ir». Y añadió con la lengua de su madre: «God is with me» («Dios está conmigo»).
Se lo llevaron en coche primero en Barcelona, a buscar a su padre, en casa de su tío. Joan no salió del coche, mientras el grupo saqueaba y quemaba los objetos religiosos de la casa de sus tíos. Pero no encontraron a su padre en la casa. Desde allí llevaron a Joan hacia el cementerio de Santa Coloma de Gramenet. Le hicieron bajar del coche y lo pusieron delante de los muros del cementerio. El grupo tomó las armas y le disparó cinco tiros en el corazón y uno en la cabeza. Joan, antes de morir, les dijo: «Que Dios os perdone, como yo os perdono».
Los mismos que lo asesinaron quedaron impresionados por el coraje de Juan: «Aquel joven nos hablaba serenamente», comentó uno del grupo tras el asesinato. Y otro agregó: «Aquel joven rubio era un valiente». Era la madrugada del 12 de septiembre de 1936.